La llegada del último trimestre del año suele estar acompañada de una serie de emociones. Mientras algunos esperan con ansias las festividades y el cierre de ciclos, otros experimentan un aumento significativo en los niveles de estrés y ansiedad.

Las presiones sociales, laborales y académicas se intensifican, generando un cóctel perfecto para que la salud mental se vea afectada. La búsqueda incesante de la perfección, la comparación con los demás y la autoexigencia desmedida se convierten en factores desencadenantes que puede llevar a una sensación de desbordamiento, afectando tanto el bienestar emocional como físico de las personas.

“Uno de los elementos clave que afecta la salud mental en esta etapa del año es la autoevaluación. A medida que se acerca el cierre del ciclo, muchas personas tienden a revisar si han logrado los objetivos propuestos al inicio del año. Este proceso, a menudo intransigente, puede generar frustración y angustia, sobre todo cuando los resultados no coinciden con las expectativas. El miedo a no haber alcanzado las metas puede socavar la autoestima y la confianza en uno mismo, afectando gravemente la autoimagen y desencadenando sentimientos de insuficiencia y desvalorización personal.” señaló Liliana Acuña, psicóloga de Boreal Salud (M.P. 4379).

Durante ese periodo, los principales desencadenantes de estrés y ansiedad están vinculados con las presiones sociales. A nivel laboral, las empresas suelen intensificar las demandas sobre sus empleados, exigiendo mayor rendimiento cuando el agotamiento físico y emocional ya está presente, subrayó el informe. 

Para los estudiantes, la época de exámenes finales añade una carga extra de ansiedad. Este ambiente de presión, que continua tanto en lo profesional como en lo académico, crea un entorno en el que las personas se sienten sobrepasadas y con menos recursos para hacer frente a los desafíos diarios.

“Cuidar la salud mental de manera proactiva en este último tramo del año es fundamental. Una de las formas más efectivas es aprender a desarrollar un diálogo interno positivo y compasivo. Es crucial dejar de lado la autoexigencia excesiva y enfocarse en una auto-evaluación más realista y benévola. Además, el apoyo social es vital: rodearse de amigos, familiares o compañeros que brinden contención emocional. Regular las expectativas y fomentar la tolerancia a la frustración también son clave para mantener el equilibrio emocional frente a los desafíos que puedan surgir”, agregaron en Boreal Salud.

Hay señales que no deben ignorarse cuando el estrés y la ansiedad comienzan a sobrepasar los límites manejables. La dificultad para concentrarse, los cambios en el patrón de sueño, la irritabilidad constante y las conductas de aislamiento social y pensamientos negativos recurrentes son algunos de los indicadores más comunes de que es momento de buscar ayuda profesional. Además, las manifestaciones físicas, como taquicardias, problemas digestivos o erupciones en la piel, son señales claras de que el cuerpo está sometido a un alto nivel de estrés.

Consejos

Para quienes desean comenzar a implementar cambios positivos en su rutina, pero no saben por dónde empezar, los especialistas recomiendan iniciar con técnicas simples como la respiración consciente. Practicar ejercicios de relajación, llevar un diario emocional o dedicar tiempo a actividades recreativas también son formas efectivas de reducir el estrés. Asimismo, desconectarse de la tecnología y pasar más tiempo en contacto con la naturaleza ayuda a recuperar el equilibrio emocional.

Cultivar autoafirmaciones positivas para fortalecer la autoestima y generar una mentalidad más saludable y resiliente no sólo ayuda a la salud mental de las personas, sino que también los convierte en individuos más felices. En este sentido, este 10 de octubre, en el marco del Día Mundial de la Salud Mental, esta práctica cobra especial relevancia, ya que subraya la importancia de tomar medidas conscientes para cuidar el bienestar emocional propio y de los seres queridos, finalizó el informe.